miércoles, enero 04, 2006

Glosario de Urbanidad- por el Club de Arquitectura



En gran medida el Glosario nace de la inquietud sobre cuáles son las palabras que se están usando para hablar de la ciudad, cuáles son las que no se dicen y cuáles están esperando ser descubiertas. De hecho, cómo referirnos a ciertos procesos y relaciones nos lleva a la primera palabra, que es urbanidad. Urbanidad es una palabra en desuso que tiene una larga tradición y que dicha hoy se asocia al urbanismo, aunque justamente nos interesa la urbanidad como alternativa a las relaciones de producción, a las jerarquías, al diseño y a la profesionalización del control de la ciudad con las que opera el urbanismo. La urbanidad tiene que ver con la convivencia en el medio urbano, con las prácticas sociales, con estados de ánimo, con una suma de cuestiones para las que no existe una jerga por su aparente falta de especificidad.
El Club de Arquitectura está acercándose a la Urbanidad condensando unas ideas sobre el espacio público y lanzando temas que son el cuerpo del Glosario. Glosario, a diferencia de diccionario, es palabras que se reúnen por un campo de intereses, con lo cual no es tan extenso ni tiene la rigurosidad de un diccionario. Este glosario es una construcción de un vocabulario, dirigido a poner palabras nuevas en la escena y en boca de personas estratégicamente invitadas para tal fin.
Operativamente el mecanismo es muy sencillo, el CdA propone unos temas de discusión a un invitado. Con él, se terminan de definir el enfoque y las palabras precisas. En una reunión abierta esa persona habla sobre las tres palabras; luego se invita a otra persona a tomar una de las tres. O sea que todos van a repetir una de las palabras del que estuvo antes y decir una que va a decir el que viene.

Como ente regulador del Glosario de Urbanidad, es nuestra principal labor manipular la información obtenida: procesarla, condensarla, editarla -en tiempo real, a priori y a posteriori-.Hemos descrito las instrucciones con que opera nuestro club en varias oportunidades; en ocasión de presentar cada uno de los proyectos en que el grupo se ha embarcado: “comando entrevistador”, promotores de discusiones en los mas variados formatos, mediadores en debates específicos, intervenciones en esta misma revista, etc. El glosario es hoy presentado una vez mas, de la misma manera que lo fue hecho en cada una de las cuatro encuentros que hasta ahora lo componen; y aquí, sus reglas explicadas y desarrolladas como lo han sido las de todos los anteriores proyectos del club.
No nos interesa solapar, velar u ocultar las técnicas utilizadas para la producción de “la información”, ese no es nuestro juego. Quizás, de un modo un poco histérico, nos interesa la plena exposición pública de las tácticas y estrategias que rigen las decisiones de nuestra participación sobre el espacio público. El espacio publico y todos sus componentes, que de forma individual y/o colectiva, conforman nuestro completo campo de interés… campo de interés, estudio y de acción.El grupo + sus diferentes proyectos-eventos, conforman una herramienta de edición. Edición de información = producción de nuevos contenidos -“nuevos”, quizás este sea un adjetivo necesario de ser discutido-.
El blog es un documento activo, pero no por eso menos muerto de lo que a simple vista parece; evidentemente es un documento franco, pero muerto. Es nuestro registro de todos los movimientos dentro del “Glosario”. Es como una especie de taquígrafa de juicio; es nuestra “taquígrafa de glosarios”.Entonces, deberíamos tener una taquígrafa? No.
Nos interesa vitalmente que funcione de esta manera (una vez más histeria editorial): el que parece ser el documento neutro, es quizás ni más ni mesón que el menos procesado de nuestro material –material públicamente expuesto-; menos procesado, pero nunca neutro. Es nuestro punto de arranque: la información yace parcialmente procesada, en estado inerte, factible de ser leída y extraída de Internet sin mayor mediación que “botón derecho”.Son las charlas desgravadas en casi todo su extensión y punto.

En vistas de volver a procesar “el material”, en ocasión de esta nueva oportunidad Ramonera, se vuelve a activar la “herramienta editorial”. Y no para producir una nueva instancia de presentación, sino para continuar con la manipulación de la información extraída en las reuniones a lo largo de estos dos meses que duro el “Glosurb”.
Para obtener “nuevos contenidos”, no se necesita alimentar la maquinaria con más información, sino procesar aún más la existente. Manipular la información, de eso estamos hablando. Eso es lo que aquí nos compete.
Aquí tendrá lugar, la explicación de los horizontes de interés del club sobre “la urbanidad”, antes y después del acontecimiento conocido como “Glosario de Urbanidad”.(Para saber que se dijo en los 4 encuentros, no hace falta más que hojear el blog, y en un futuro, alguna de las secciones del Glosario en papel: libro que compilara la producción del glosario y otros apéndices editoriales del Club).

Frente a la discusión centrada en la buena “construcción” del termino “Urbanidad”, nos encontrábamos frente a ciertas palabras que necesitaban una “nueva” definición; mas acorde seria decir que necesitábamos una “nueva” interpretación contextualizada (por no decir, parcial y subjetivada) de estos términos. De este modo el club delineó esta estrategia editorial tan simple:
1) reunimos a ciertos personajes, de evidente trascendencia en el campo de lo público, y con un evidente interés por la ciudad. De las cuales, en todos los casos, conocíamos sus ideas-discursos sobre el campo de lo público y privado, a través de sus actividades relacionadas con la actualidad urbana -como buenos arquitectos que somos, por deformación profesional, tenemos una fuerte debilidad en extraer siempre la información necesitada de reflexiones profesionales y amateurs provenientes de “connoseurs” siempre ajenos a la disciplina Arquitectónica-.
2) en una reunión abierta a todo público, cada uno de estos invitados interpretó una “nueva” definición de tres palabras otorgadas por nosotros -recibiendo un término en común con el invitado anterior, que obviamente quedaba afectado por dos interpretaciones consecutivas-.Hasta aquí es el blog; quien quiera confirmarlo: http://www.glosariodeurbanidad.blogspot.com/.

Cabe destacar, que cada uno de las ternas de palabras que se les entregaba a los “glosando”, surgían de una precisa y minuciosa estrategia de provocación discursiva, delineada a priori para cada uno de los eventos -lo cual claramente no ha dejado de dar lugar a improvisaciones de último momento, y en tiempo real-.
Recomponer esa línea intelectual surgida de los encuentros previos con los invitados y las decisiones pactadas sobre la suerte de “guión” que se ensayaba antes de cada uno de los eventos, es lo que de algún modo se busca traer a relieve en esta nueva presentación para la revista.Mal intencionado algunos pasajes, y dejando completamente al desnudo otros que pasaron mas inadvertidas, con esta edición hemos pretendido de algún modo evidenciar el tinte que para nosotros ha ido tomando el debate general dentro del Glosario. Y que no es de otro lugar de donde surgirán las tres primeras palabras de ciclo 2006 de “nuestro Glosario de urbanidad”.
En esta oportunidad se podrán leer de corrido y sin interrupción una composición de interpretaciones que habla aún más de “la urbanidad” entendida (o por lo menos buscada) por el club de arquitectura, a media que se avanza en un proceso que claramente recién empieza: la combinación y articulación de los significados producidos espontáneamente.
Hemos sondeado el dialogo presente entre los diferentes discurso que articularon los cuatro encuentros en START -dejando en claro el natural efecto en cadena que comenzó a desarrollarse desde un primer momento, que origino que a medida que se avanzaba de reunión en reunión, cada nueva palabra estuviese mas cargada de “acción y sentido” que la anterior-.

De este nuevo sondeo surge claramente ante nosotros el verdadero objeto y objetivo del proyecto: “determinar que palabras se están usando para usando para hablar de la ciudad”, así como cuáles son las acciones –individuales y colectivas- que han tenido verdadero efecto sobre la vida de la misma, en estos últimos años tomando -como punto de partida la crisis el 2001-. El glosario tiene entre otras metas, al distinguirse de la labor urbanística, afectar la percepción sobre el espacio público y sus actores que tienen las instituciones y los profesionales originalmente encargados de atender a estas problemáticas. Simplemente evidenciando cuales son las imperdonables desactualizaciones en términos de discusión urbanística y su posterior puesta en practica, que sufren estos agentes.
El notorio y vergonzoso enmudecimiento proveniente de la esfera Urbanístico-arquitectónica -nacional, “porteña”, bonaerense o la que se prefiera- frente a los acontecimientos del 2001, evidencia una impotencia institucional que transforma a los matriculados en un cuerpo profesional inoperante, y por ende descalificado para poder abordar cualquier tipo de discusión y posteriormente abordar a ningún tipo conclusión sobre la ciudad.
Quien no quiera leer que no lea; pero ejemplos sobran para demostrar que la propuesta de discusión llevada a cabo en esta serie de encuentros determinó realmente que significaba debatir sobre urbanidad en Bs. As.: determinó cuales era las palabras que necesitábamos por un lado, y además, cuales eran los enfoques que se precisaban para producir el contenido agotado desde hace tiempo en las esferas “especializadas”.
Quien quiera seguir sin leer -y sin entender-, que lo siga haciendo. El Club de Arquitectura se atreve a declarar (teniendo como respaldo la experiencia inaugural de las 4 primeras reuniones), que haber invitado a un artista Conceptual – que en plena crisis y postcrisis, desarrolló el proyecto de auto-gestión y participación más convocante y exitoso de estos ultimo años; superando ampliamente en vida útil y estado de animo a las fugazmente gloriosas “asambleas barriales”-, y a un urbanista con una doble vida en Internet a través de una pagina web -que surgió como respuesta a una repentina situación como desocupado part-time-, resultó más potente y fructífero en términos de contenido, que si hubiésemos reunido a una batería de Arquitectos y afines. Leyendo detenidamente el implícito dialogo entre el primer y el segundo invitado, uno comprende que quizás el secreto para producir algo en esos años, fue invertir en el ánimo de las personas. Roberto decididamente lo expresa en su “estrategia de la alegría. Pero no es, hasta que leemos a Corti, que nos damos cuenta que es muy antiguo e inútil centrarse en palabras como ECONOMÍA, frente a épocas como la que vivimos; Economía no va mas, hoy por hoy Energía es la palabra. Centrar en la problemática presupuestaria la mayor parte de los problemas de una ciudad, tal como la profesión viene evidenciando desde hace años con su cada vez más obsoleto ímpetu de progreso en lo que a desarrollo de mercadotecnias constructorcitas se refiere, a quedado completamente al descubierto y de manera evidente como tópico totalmente pasado de moda. La palabra que se oye una y otra vez -en boca de quien se precie de estar en sintonía con una, o dos, de las múltiples realidades urbanas que existen entere el río de la plata y lujan- no es precisamente ni dinero, ni poder, ni presupuesto. No centrar la discusión sobre el producto mas evidente que tuvieron los acontecimientos de ése fin de año, el evidente “cambio de animo” de toda una ciudad, es un completo gol en contra.
Son las aventuras y desventuras en la gestión artística, de una artista multimediática, las que hace aflorar a la superficie toda la evidencia de que problemáticas como la idea de “proyecto” en una ciudad es algo muy de los 90. El no-miedo a entender catástrofe como construcción; es algo que leemos en la contradicción discursiva de J.V. antepuesta a la rigidez y afectación profesional del relato de M.C., frente a la visión que no comparten (en parte) sobre la realidad del fenómeno cyber-café-locutorio-Internet en Bs. As. Si tanto a uno como a otro, desde ópticas no afines (explícitamente enunciada por J.V. al inicio de su definición de Cyber-café, en relación a la de su predecesor) el locutorio se presenta como una herramienta política, una posición urbana, es claro que estamos en la dirección incorrecta. Reflexionar sobre la oportunidad presente en los Locutorios o en una la verdulería que también era discoteca – pasaje Rauch y Corrientes; “que era un escándalo para los urbanistas, cómo se lo habilitaba? era una verdulería o una discoteca?”-, suprimiendo la meta durante años ubicada en términos como Proyecto, y cambiarla por palabras como Catástrofe. Quizás debamos comenzar a discutir sobre como “esperar las Catástrofes”; confiar un poco en A Rossi, y no intentar prevenirlas delineado audaces propuestas de infraestructura. ¿Dejar ser a las catástrofes? Puede ser o no una opción, están en nosotros traer a discusión este tipo de material. Después de todo, según lo que dice M.C. citando al arquitecto Italiano más gay de la historia: lo que el diseño logra en 50 años, la catástrofe lo ofrece en un día. Creer o reventar.


‘90s ‘00s
Economía Energía
Proyecto Catástrofe

Ausencia del estado urbanidad
Crisis del 2001

Diseño Final de las formas puras

Representación

Obra democracia

Notas sobre urbanidad- por el Club de Arquitectura.

“No es la ciudadanía ni las transformaciones de las estructuras sociales o de las formas de dominación de las que dependemos, sino lo que llamare la civilidad… tanto cortesía como urbanidad son demasiado débiles, y no me gusta mucho civilización porque este termino va a la par con la idea de que hay bárbaros o salvajes, y se sabe lo que quiere decir aportar la civilización a los otros”, Escribe E. Balibar en su libro Derecho de ciudad; en la medida en que trata de precisar los términos del debate urbano-político, estos se vuelven ambiguos o se desactualizan al mismo tiempo en que se usan. Nos interesa particularmente la descripción de ciertos términos como “débiles”.
Por un lado tenemos la necesidad de buscar y desplazar palabras (y o conceptos), en tanto estos se hacen menos usables, y también menos precisos. Por el otro, y quizá como una alternativa política a la política entendida como violencia, idea aún operativa (podemos pensar en que nuestra trama institucional está en manos de políticos que creyeron en la efectividad y la moralidad de la violencia, o de la contraviolencia, que es sólo otra forma de violencia, como forma de la política) nos interesa la característica débil de palabras como cortesía y urbanidad, que no pueden dejar de estar relacionadas con la hospitalidad o la conversación, es decir ámbitos tradicionalmente lejanos o contrarios tanto al estado como a la violencia. También estos ámbitos configuran juegos sociales de gran efectividad (micro políticas) pero de baja intensidad política.

La palabra urbanidad (refiriéndose, aun, confusamente a algún tipo de interacción de personas en un medio público) puede abrir una posibilidad: podemos imaginar un tipo de juego social o contrato (entre qué? entre quiénes?) mucho más débil y difuso que el propone la palabra ciudadanía, con sus derechos y deberes. En esta debilidad podemos encontrar un estrategia de apertura del campo para espectadores y acciones o actuaciones. Urbanidad es lo que podría tener un extranjero para con un local, o un ciudadano para con un extraño, o dos ciudadanos que no se saben como tales uno al otro.
La palabra política presenta además otros problemas actualmente; al definir el juego estratégico de fuerzas (sociales) sólo entre actores que puedan ocupar grandes territorios del espacio de toma de decisiones o del espacio de propaganda, se deja fuera a una parte importante de las interacciones que ocurren en lo urbano. Un hecho visible es que la política puede ser vista cada vez más como una profesión específica, y por tanto sólo una parte autodelimitada de la ciudad.
Los antiguos manuales de urbanidad, con su acento puesto en los modales comunes a mujeres y hombres, en momentos en que estas no eran ciudadanas, dan una pista para un tipo de protocolo o espacio “inferior” para la interacción pública; por tanto mas extensible y igualador. Todo esto sin dejar de tener en cuenta el carácter de dispositivo de control de los mismos. Pero quizá allí mismo (apostando a su condición de articulador social) reside una clave de su futuro uso no previsto.

En la medida en que el espacio público se informatiza, se dispersa, se propaga, podemos hablar de un espacio público extendido. Para explorar un espacio tal, difuso y con limites cambiantes precisamos instrumentos flexibles o usos desarticulados de viejas herramientas. Aquí puede aparecer la vieja palabra urbanidad…

La urbanidad puede registrar dos campos de acción: 1- el campo de la publicidad (de lo que se hace público). El lugar cruces, grumos o mezclas. En este campo operan la representación, el juego y el contrato, y el teatro… y 2- el campo de las estrategias, del choque de intereses y estrategias, también definido por el modelo del juego, pero del juego agonal. Campo de choque, y de competencia. Campo de Marte, o de guerra, en la medida en que esta está definida por algún tipo de acuerdo o legalidad.
Cruces y choques. Mezcla y competencia.
Podríamos jugar a llamar urbanidad a estas acciones-situaciones en la medida en que circunscriben espacios o acuerdos entre actores que se reconocen entre si pero no necesariamente determinan entre si alguna soberanía o derecho. Son interacciones entre actores que se reconocen provisoria o débilmente, por lo menos en principio. Urbanidad define un campo de juego abierto, débil y provisorio.

Ahora bien, en un proceso de densificación como el de las grandes urbes, de emplazamiento (o entrelazamiento) de cruces, la urbanidad es un juego provisorio por dos motivos: 1- porque las condiciones de esta densidad, están dadas, por un lado, por lo que podríamos llamar vínculos de asociación libre, pero tensionadas por energías de choque o conflicto (desobediencia, disputa de poder o juego estratégico, etc), que es el factor de permanente desestabilización, y 2- por un movimiento contrario a esta superposición de cruces y conflictos. Entonces un proceso tal de publicidad se ve acompañado de lo que podríamos describir como un desfondamiento; de un contramovimiento de dispersión. Un movimiento inverso que, sin embargo, no llega a desprenderse totalmente de la órbita de algunos cruces densos. Conformándose así una zona que no es urbana ni rural, que definitivamente no tiene las características de aquellas, y que se presenta como un modelo alternativo y rival del cruce(choque) múltiple que es lo urbano… así que lo que hoy intentamos definir como urbanidad no puede dejar de definirse en relación a este movimiento en su borde, en el borde de las ciudades, un borde claramente menos denso, pero si desproporcionadamente más extenso, que la ciudad, que lo urbano. Este borde es el conurbano; y podríamos llamar Conurbanidad al “juego” de interacción social particular en un medio de densidad media o mínima…

Esta competencia de multiplicación y de-multiplicación de los cruces sociales, está lejos de poder localizarse a nivel espacial o geográfico, operando, entonces la urbanidad y la conurbanidad tanto en la ciudad como en la periferia; desde la conformación de nuevos espacios de cruce lejos de los históricos, a microprocesos de conurbanidad en lugares históricamente densos, por ejemplo espacios públicos más o menos estables, que a través de, por ejemplo, operaciones de privatización, van definiendo desdensificaciones dentro del grumo urbano….
El juego de reconocimiento mutuo débil que describe la urbanidad, se da en paralelo, entonces con un juego de conurbanidad tramado por indiferencias estratégicas.

La urbanidad en la periferia opera con otras reglas, que por analogía podríamos llamar de con-urbanidad.
¿Tendrían sentido allí las palabras del glosario de urbanidad? ¿Tendrían el mismo sentido? ¿Estarían los mismos términos pero desplazados?
Si la urbanidad es lo que podría tener un ciudadano para con un extraño, la con-urbanidad es la discontinuidad de esa integración social.
Si la urbanidad da lugar a la interacción de personas en un medio público, la con-urbanidad la limita, pone barreras a ese fluir del discurso entre iguales.

La con-urbanidad es la desconfianza por defecto ante el desconocido, que opera de lleno en el momento de transición entre el espacio público y el privado. El momento de llegada a la casa, o a la entrada de un edificio se ha vuelto un momento incómodo, y el espacio donde esa acción se desarrolla, un espacio de indeseable disconfort. La presencia de varios dispositivos así lo demuestra: cámaras de circuito cerrado, rottweillers, personal de seguridad privada…
A otro nivel se ponen en funcionamiento los dispositivos de “actualización” de los manuales de urbanidad. Clarín y La Nación, cada uno a su estilo regula las conductas de los individuos en la ciudad. Clarín a través de sus consejos anti-robos anti-secuestros, en connivencia con la policía federal; y La Nación a través de sus fascículos coleccionables para que el ciudadano sepa como defender sus derechos frente a los delitos más comunes de hoy en día (o algo así). Los dos diarios con mayor tirada operando sobre las interacciones sociales urbanas, y en ambos casos el “crimen” interviniendo como regulador de esas relaciones. Estas novedosas publicaciones responden a la re-escritura de ciertos modales urbanos que han sido desdibujados y a otras rutinas que han debido ser inventadas.

Opción de tomar el concepto de bondage como muestra de un nuevo tipo de urbanidad.

Uno de los grandes descubrimientos del bondage, del sadomasoquismo como práctica, ha sido la posibilidad de acordar y de actuar fantasías de dominación y sumisión a través de un juego erótico, un especie de auto-análisis de las posiciones mutuas de poder en condiciones de igualdad. Es un juego paradojal, moderno; pues sólo a partir de un radical reconocimiento mutuo pueden ser establecidas las reglas de una escenificación de la ausencia de igualdad, en la medida en que es representación tiene que ser estructural la igualdad de los participantes. Claro que es una práctica muy potente para mantenerla encerrada en los confines de lo privado: y ciertamente es una práctica política.

Pero ¿como pasamos de una esfera privada a una pública? Eso nos lleva a la pornografía y otras formas de difusión cultural -el verdadero placer por la pornografía reside en la continua necesidad de actualización del material. Internet ha permitido abolir la pornografía en papel, junto con institución del hogar como “el espacio privado” por excelencia para la pornografía. Hoy el hogar de nuestra metrópolis es prácticamente una articulación a una forma de espacio semipúblico, a punto de sucumbir a la implosión sufrida por el espacio público como solíamos conocerlo. La “nueva definición” de la palabra Urbanidad nos lleva a ver la manera de como articular los descubrimientos del bondage con nuestros actuales problemas de urbanidad… por ahora podríamos decir que la actitud ciudadana en las calles de Buenos Aires presenta una especie de bondage al revés (donde no hay posibilidad de acuerdo), pues hay una desigualdad de base; pero el artificio estaría en la representación de una igualdad abstracta del espacio entre los participantes… La fuente de placer esta en el fingimiento, no del dolor o del castigo, sino de la apatía de las relaciones, el placer esta en representar indiferencia, in-diferencias, en representar o actuar un espacio de igualdad inexistente entre los participantes (a la inversa del bondage, donde se actúan las diferencias): aquí las reglas de la actuación son otras, todo lo contrario de las exageraciones….

El bondage plantea una modalidad de relaciones posible para pensarlo como un ejercicio de urbanidad. El punto fundamental en este caso es la existencia de roles y su asignación; los roles o papeles se deciden y se “actúan”. Es un juego sobre las apariencias en el que una suerte de contrato regula la interacción, y hay una decisión de las partes de participar. La práctica bondage es un modelo que exagera lo apariencial, la actuación, la escenificación que necesita la urbanidad. Y esta faceta actoral del bondage que nos sirve para entender algún aspecto de la urbanidad, se opone a lo que es la ausencia de actuación: el ser. Ser totalmente uno mismo, inmutable, asumiendo lo absoluto de la genética para la conformación de la identidad. Podemos llamar paternalismo a los lazos sociales basados en la biología y la familia que aparecen reiteradamente en el imaginario civil y político argentino.

¿Cómo se hablaron a si mismos los actores que intentan monopolizar el sentido de lo sucedido en Cromagnon? Las víctimas no fueron hombres, mujeres o niños, mucho menos ciudadanos: ellos eran Hijos. Diversos tipos de discursos paternalista tratan de conquistar desde las figuras soberanas de la paternidad, no solo el ánimo público, sino también cierta noción racional de justicia (con sus culpables, sus víctimas y sus derechos), esto se ve por ejemplo en el espacio de los padres de la víctimas en los medios e incluso en las mismas instituciones; se espera de ellos de alguna manera algún tipo de autoridad moral y política, no simplemente escucharlos o acompañarlos. Es decir que para tener una relación con lo sucedido hay que tener un vínculo genético; pero no olvidemos que es la misma óptica implícita que tienen los nombres de agrupaciones que luchan por los derechos humanos como h.i.j.o.s. o madres de plaza de mayo. No son metáforas menores en la Argentina. Estas metáforas sociales no vienen solas. Son como constelaciones de ideas y referencias, y su apariencia es la de un “razonamiento natural”; en el caso de las metáforas genéticas el efecto es doble, sería razonable que el vínculo genético fuera portador de autoridad. Una de las cadenas que se han conformado podría ser más o menos la siguiente: padres, hijos, casa, autoridad, seguridad. Quedando al mismo tiempo formada la cadena contraria, por ej.; extraños, delincuentes, calle, descontrol e inseguridad. ¿Por qué hay un acuerdo casi instantáneo para aceptar esta jerga y su lógica?

El discurso de Blumberg (“en nombre del hijo”) es una de las lógicas retóricas que la ciudad está aceptando; no solo apela a la autoridad familiar (hemos visto los deslices raciales de este discurso) y su conexión apologética con lo doméstico; sino que lo ingenioso de su reverso es la manera de ocupar la calle: gran cantidad de gente “sale” a partir de la indignación, el miedo y la sospecha sobre esa misma calle. No son ciudadanos, son familiares. Las calles se volvieron peligrosas, y el espacio público puede ser el lugar donde expresar el miedo a los extraños y la autoridad de los padres sobre los hijos, en un plano más abstracto, la autoridad de los lazos de sangre por sobre los lazos de urbanidad y los políticos. La calle es el páramo frente a la casa. Y las instituciones, tanto las públicas como las privadas: ¿qué figura juegan en este escenario?, ¿son como grandes casas?, ¿son reductos de actividad privada cuyo ámbito público son los medios de comunicación? El futuro del discurso común, del habla pasajera, pero también de algunos hábitos de ciudadanía, sobre el espacio público dependen de este tipo de preguntas. Del tipo de imaginación que podamos desarrollar para hablar sobre aquello común entre nosotros que exceda unos supuestos lazos genéticos, lazos que promueven una supremacía moral sobre cualquier tipo de conversación. ¿Como hablar sobre el espacio público?

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